Oír
es una importantísima cualidad que tiene el niño desde antes de nacer, porque
los sonidos se transmiten a través del medio líquido amniótico, cuya
transmisión del sonido a través de este medio es mejor que en otros medios.
Empieza
pronto a imitar los sonidos de los adultos, y entre los doce y veinticuatro
meses empieza a emitir sonidos con significación (palabras) y a desarrollar su
lenguaje.
Aún
persiste entre algunos especialistas, aunque cada vez menos, la idea de que un
niño que ya sabe que precisará prótesis no debe usarla hasta los dos años. Esto
es un error que se paga con la
adquisición de malos hábitos auditivos y lenguaje muy defectuoso, dependiendo
del grado de audición para toda la vida.
En la actualidad se entiende
por “discapacidad auditiva” lo que tradicionalmente se ha considerado como
sordera, término usado generalmente para describir todos los tipos y grados de
pérdida auditiva y frecuentemente utilizado como sinónimo de deficiencia
auditiva e hipoacusia; de manera que el uso del término sordera puede hacer
referencia tanto a una pérdida auditiva leve como profunda. Si se pierde esta
capacidad de forma parcial se denomina hipoacusia y si se pierde por
completo se llama cofosis. Además puede ser unilateral o bilateral.
Las personas que sufren esta discapacidad tendrán problemas para oír y se verá afectada su capacidad de comunicación.
Se detecta a través de una prueba de audiometría con la que se percibe los problemas de intensidad y frecuencia de los sonidos.
La discapacidad auditiva puede ser un rasgo hereditario se puede sufrir a consecuencia de un traumatismo, una enfermedad, una larga exposición al ruido o por la ingesta de medicamentos demasiados agresivos para el nervio auditivo.
Las personas que sufren esta discapacidad tendrán problemas para oír y se verá afectada su capacidad de comunicación.
Se detecta a través de una prueba de audiometría con la que se percibe los problemas de intensidad y frecuencia de los sonidos.
La discapacidad auditiva puede ser un rasgo hereditario se puede sufrir a consecuencia de un traumatismo, una enfermedad, una larga exposición al ruido o por la ingesta de medicamentos demasiados agresivos para el nervio auditivo.
Dependiendo del momento en el cual se produzca la discapacidad, y en función de la adecuación del proceso educativo y/o rehabilitador, se encontrarán personas que realicen lectura labiofacial y que se comuniquen oralmente, u otras que se comuniquen a través del lenguaje de signos (LSE).
Las personas con este tipo de discapacidad tienen un Día Internacional que se celebra el 24 de septiembre.
Cuando
la audición está muy afectada, se produce un gran retraso y una fuerte
distorsión en su lenguaje. Esta discapacidad va a influir en las llamadas áreas
del lenguaje en la escuela, no sólo en el habla y en la lectura, sino en la
escritura. Otras limitaciones importantes serán la discapacidad par oír y apreciar
la buena música. Pero, sobre todo, la falta de audición significará un serio handicap
en la comunicación con otras personas, como son los padres, parientes, maestro
y amigos; ello conducirá a trastornos emocionales, que deben ser aminorados en
lo posible.
Debemos
apoyar el trabajo individual que hacen con los profesionales de apoyo
específicos: otorrinolaringólogo, logopeda y profesor de educación especial.
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